‘Elecciones y divorcios’: Una fiesta teatral para celebrar el humor humanista de Cervantes

La temporada del Corral de Comedias de Alcalá se abre con la nueva producción propia de la Fundación Teatro de La Abadía: Elecciones y divorcios

Elecciones y divorcios, nueva producción de la Fundación Teatro de La Abadía | Foto: Marcos G. Punto.

Un reportaje de Bea López

El Corral de Comedias de Alcalá inicia temporada con un nuevo díptico entremesil dirigido por Abel González Melo. Tras el éxito de la temporada pasada con Enmudecer con hablar, ahora llega al Corral Elección y divorcios, una nueva producción propia de la Fundación Teatro de La Abadía. Un espectáculo festivo con máscaras y música en directo protagonizado por Dayana Contreras, Antonio Dueñas, Daniel Migueláñez, Rey Montesinos y Montse Simón que se podrá disfrutar del 26 de diciembre al 12 de enero en un escenario genuinamente cervantino.

El entremés: la joya del género breve

El entremés de los siglos XVI y XVII es un género humilde que nació de la pluma de un comediante sevillano llamado Lope de Rueda como simple intermedio de la comedia romántica y novelesca que se estaba estrenando en Italia.

No tenía otro objetivo que el de ser un pasatiempo popular, esparcimiento breve entre dos emociones nobles. «Me entusiasma del entremés el hecho de que, a partir de una pequeña situación, de una broma, de un reclamo, se pueda desarrollar una cadena de acciones que no está subordinada a las leyes del teatro “serio”: desde la burla, desde el humor, es posible abordar todos los temas, íntimos y públicos, adentrarnos en la belleza de un sujeto común, desenmascarar la impostura, disolver los estratos sociales, castigar al insolente», explica Abel González Melo, director del espectáculo Elecciones y divorcios.

Estas obras de un solo acto, con carácter humorístico y tema popular sacan a escena a personas socialmente humildes, como campesinos, gente del hampa, chusma callejera, modesta burguesía y algunos profesionales que la sátira y el ridículo habían hecho suyos desde antaño, como médicos y abogados.

«El entremés permite, además, un prodigioso juego escénico para el elenco, una libertad compositiva única en la tradición teatral. Y no deja de sorprenderme el hecho de que una pieza creada para su representación entre los actos de la comedia principal haya ganado tal relieve que hoy sea unánimemente alabada y aplaudida», declara González Melo.

«Me entusiasma del entremés el hecho de que, a partir de una pequeña situación, de una broma, de un reclamo, se pueda desarrollar una cadena de acciones que no está subordinada a las leyes del teatro “serio”», Abel González Melo

Los entremeses: lo mejor del teatro cervantino

Desde la publicación de las piezas de Lope de Rueda, y de Juan de Timoneda después, transcurren más de treinta años sin que se imprima ningún tomo nuevo de entremeses más recientes. No es hasta 1605, en la ciudad de Valencia, cuando las Comedias famosas de Lope de Vega se publican acompañadas de cinco entremeses anónimos e inéditos, ninguno de ellos firmados por el fénix de los ingenios.

En los diez años sucesivos no hay ni un solo poeta que se digne a firmar con su nombre los entremeses que a veces acompañan las colecciones de comedias.

Sería en 1615 cuando el más ilustre prosista de la época, Miguel de Cervantes, se decidiese a arriesgar su prestigio firmando los ochos entremeses que acompañan las ocho comedias que decidió publicar: Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados.

Sus entremeses son considerados los mejores de su época. «Las reflexiones y situaciones de Cervantes, su riquísima galería de tipos, su hondura humana y filosófica, han terminado, sin embargo, por imponerse, al punto de que hoy escuchamos la palabra “entremés” e inevitablemente pensamos en los suyos», expone González Melo.

Dayana Contreras, Antonio Dueñas, Daniel Migueláñez, Rey Montesinos y Montse Simón protagonizan Elecciones y divorcios | Foto: Marcos G. Punto.

Resulta imprescindible tener en cuenta que en el siglo XVII no existían los derechos de autor ni, por lo tanto, el significado de pertenencia de autoría que conocemos hoy.

De hecho, era muy común que unos y otros escritores se copiaran o hicieran versiones de obras ya existentes, y con frecuencia los impresores publicaban textos con nombres de autores que les garantizaran éxito de ventas, a pesar de que no fuesen los reales.

«Que tengamos el dato exacto de publicación en 1615 de Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados es fundamental: por una parte, habla de la intención de trascendencia de Cervantes, de su confianza en lo escrito, de marcar una huella de estilo; por otra, fija el canon de su teatro, tan arriesgado y gozoso, tan diverso y desafiante, deliciosamente prologado por sí mismo (para mayor ventura nuestra), y ha permitido estudiarlo y atender a una creación dramática que es bisagra entre dos épocas y maneras de concebir la escritura teatral y la noción misma del arte», concluye González Melo.

Elecciones y divorcios: el nuevo díptico entremesil del Teatro de La Abadía

El compromiso de la Fundación Teatro de La Abadía con la palabra cervantina, y especialmente con los entremeses, es incuestionable. La celebración del 30 aniversario del Teatro de La Abadía, junto a los 20 años de gestión del Corral de Comedias de Alcalá, son una ocasión inmejorable para celebrar precisamente en Alcalá al más ilustre autor en lengua hispana de todos los tiempos.

El emblemático teatro-museo, único en el mundo, que abrió sus puertas en 1602, dará vida a dos nuevos títulos del teatro breve cervantino. «Por una parte, con estos dos títulos habrían sido producidos y estrenados por esta casa los ocho entremeses incluidos en la edición príncipe de 1615. Por otra, son dos textos fuertemente vinculados a Madrid y a Alcalá, con referencias a pueblos, lugares y costumbres de la región», expone González Melo.

Elecciones y divorcios es un díptico entremesil compuesto por los títulos La elección de los alcaldes de Daganzo y El juez de los divorcios. Forman parte de los entremeses clasificados como de revista de personajes, en los que aparece un desfile de entes cómicos y de figuras más o menos caricaturescas.

Ambos carecen de protagonista y de desenlace argumental, presentando una sucesión de episodios donde una procesión de personajes, unificados por una situación común, plantean al autor el espinoso problema de caracterizarlos y diversificarlos mediante reacciones que generan un inmediato contraste. Además, las dos piezas tienen como eje las leyes y la justicia y suceden en un espacio institucional, fuera del ámbito doméstico.

Elecciones y divorcios: La elección de los alcaldes de Daganzo

La elección de los alcaldes de Daganzo es un entremés inspirado en un suceso histórico; una pieza escrita en verso blanco donde se critican de forma burlesca ciertos ambientes rurales, obsesionados por la condición de cristiano viejo (y la limpieza de sangre) y desdeñosos de toda actividad intelectual.

La pieza entremesil nos presenta a cuatro aspirantes a la alcaldía, cuyas presuntas cualidades nada tienen que ver con el puesto que pretenden. «Fascina el punto de partida: un grupo de letrados decide someter a prueba a cuatro candidatos a alcalde», declara González Melo.

Humillos alardea de no saber leer ni escribir, que son cosas «que llevan a los hombres al brasero / y a las mujeres a la casa llana»; es decir, a la hoguera y al prostíbulo, respectivamente; eso sí, se ha aprendido de memoria «todas cuatro oraciones». Jarrete es cristiano viejo; sabe arar, tirar con arco y herrar novillos. Berrocal tiene como única cualidad ser un magnífico catador de vinos. Todos ellos esgrimen como argumento esencial su limpieza de sangre; no es difícil advertir aquí la burla del autor.

Por su parte, Pedro Rana propone un programa basado en la justicia y en la comprensión que es rechazado por utópico e irrealizable.

Cervantes realiza en este entremés una crítica al poder municipal enmascarada en una comicidad permanente, que se basa, sobre todo, en el empleo de expresiones verbales incorrectas que son corregidas casi siempre por el regidor Algarroba.

A través de las exposiciones de los candidatos y de los comentarios de quienes los evalúan, Cervantes deja entrever su crítica al modo en que alguien llega a ocupar un cargo público, las aptitudes tanto de quienes votan como de quienes son votados, así como la devoción o el rechazo que generan los argumentos de los aspirantes. «Para mí, eso es lo más vigente del texto y lo que lo hace tan próximo, y también el disparador de un porqué para el relato escénico», afirma González Melo.

Abel González Melo dirige Elecciones y divorcios, la nueva producción de la Fundación Teatro de La Abadía | Foto: Marcos G. Punto.

El entremés está escrito en verso blanco, lo que significa que presenta una estructura estrófica en endecasílabos sueltos que permite un habla cercana a la prosa, con un rico contraste entre el habla rústica de algunos personajes y la elevada de otros, con cultismos y frases latinas, pero hay mucho encabalgamiento y mucho verso compartido al que Abel González Melo no ha querido renunciar en esta producción.

Además, el lenguaje está impregnado de figuras retóricas y rejuegos sintácticos que enriquecen el sentido crítico de la pieza. Esto requiere del intérprete un exigente ejercicio de escucha y una dicción sosegada para ir transmitiendo el sentido y garantizar así la comprensión.

«La clave, durante el proceso de ensayos, ha sido ir descubriendo esas particularidades de esta escritura, ir encontrando un disfrute y un equilibrio entre forma y contenido. Algo distinto sucede con las partes cantadas, donde hay mezcla de metros y rimas y para las cuales nuestro compositor ha creado música original. Si bien somos bastante respetuosos con la palabra de Cervantes, hemos hecho algunas modificaciones, sintetizando los grupos de músicos que entran a escena, desplazando de interlocutor algunos parlamentos y eliminando ciertas referencias, como las que se hacen a los gitanos», concluye González Melo.

Elecciones y divorcios: El juez de los divorcios

El juez de los divorcios presenta una galería de malcasados y malcasadas. Constituido por una sucesión de episodios en los que no hay acción ni desenlace, es una sátira de personajes populares de Madrid de principios del siglo XVII y una crítica de la administración de la justicia.

En la trama encontramos tres parejas de malcasados que quieren divorciarse: el Vejete y Mariana, el Soldado pobre y Guiomar y el Cirujano y Aldonza. A ellos se une el Ganapán, que no va acompañado de su mujer. Se quejan de la incompatibilidad de sus caracteres, de problemas económicos o de diferencias de edad.

Por su parte, el procurador desea mantener el fuego de la disputa conyugal para asegurarse su porvenir.

«El gran reto ha sido generar una dramaturgia escénica para el conjunto del espectáculo que propicie que cinco intérpretes puedan dar vida a los dieciséis personajes que aparecen», Abel González Melo

La ruptura de las relaciones matrimoniales es la característica común a todos ellos. Pero el objetivo teatral (y social) que persigue Cervantes es poner de relieve de una forma descarnada, pero también lúdica y festiva, los problemas de difícil solución que presentan estos matrimonios, a través de unos personajes estereotipados identificables en el corpus del entremés, pero llenos de vida y color. «El gran reto ha sido generar una dramaturgia escénica para el conjunto del espectáculo que propicie que cinco intérpretes puedan dar vida a los dieciséis personajes que aparecen», declara González Melo.

Para lograr este objetivo ha sido fundamental contar con un reparto multidisciplinar con gran solvencia escénica que sea capaz de asumir un ritmo de acción trepidante y que aborde la dinámica de juego escénico y de creación de tipos con eficacia y maestría. «Contar con la entrega y el talento de Dayana Contreras, Antonio Dueñas, Daniel Migueláñez, Rey Montesinos y Montse Simón ha resultado un verdadero regalo», confiesa González Melo.

Elecciones y divorcios presenta dos joyas de la dramaturgia breve del Siglo de Oro | Foto: Marcos G. Punto.

Por medio de un lenguaje directo y del uso de recursos lingüísticos, Cervantes consigue grandes efectos de comicidad. Esta nace de las palabras y las situaciones y es en el escenario donde cobra sentido completo.

Y lo mismo sucede con el trasfondo ético, cuya misión no está en subrayarlo, sino en habitarlo. «Acompañar al dramaturgo en su viaje poético es la clave para ofrecer una visión escénica clara, contemporánea», declara González Melo.

A este respecto, en el caso concreto de la pieza El juez de los divorcios, se le ha añadido a la relación de las sucesivas parejas que desean divorciarse un detalle transaccional desde el gesto que caracteriza y matiza con precisión la situación expuesta en el entremés.

«En términos textuales, quizás la mayor modificación que hemos realizado sea en el estribillo de la canción final, donde, de manera conjunta, nos pareció oportuno sustituir los octosílabos: “más vale el peor concierto / que no el divorcio mejor” por estos dos: “no vale el peor concierto / más que el divorcio mejor”. Una afinación de sentido que, si bien da un vuelco al planteo de Cervantes, actualiza el discurso en medio del ambiente festivo del final de la función. Por otra parte, he escrito tres redondillas finales que ayudan a la conclusión del espectáculo como conjunto», expone González Melo.

Dos piezas entremesiles unidas por una original comedia picaresca

En el espectáculo, las dos piezas se unen con el final de la jornada III de la original comedia cervantina Pedro de Urdemalas, a modo de breve interludio. Cuando el equipo se reunió para realizar la primera lectura del espectáculo, aún no tenían decidido cuál sería el texto que enlazaría las dos piezas. La decisión surgió en la sala de ensayos.

«En uno de los ensayos, Daniel Migueláñez, quien además es filólogo, recordó una redondilla de Pedro de Urdemalas donde se habla del oficio de farsante: “Sé todos los requisitos / que un farsante ha de tener / para serlo, que han de ser / tan raros como infinitos”. Regresé a esta “comedia famosa” de Cervantes y, entresacando y transformando de un sitio y otro, conseguí armar una escena en verso, puramente cervantina, de diálogo entre dos miembros de una compañía teatral», expone González Melo.

Este entreacto es considerado por su director como «una suerte de minientremés» que dialoga metateatralmente con las dos piezas principales del espectáculo.

Una puesta en escena con máscaras y música en directo

Antonio Dueñas, director musical del espectáculo, ha trabajado la dramaturgia musical a partir de ritmos populares con la idea de evocar el ambiente del Siglo de Oro; tanto en las canciones como en la música incidental. De hecho, él mismo tañe la mandolina en directo a lo largo de todo el espectáculo.

El ambiente sonoro busca estar en consonancia con el carácter burlesco del texto y de la picaresca que retrata.

Del ritmo generado por esa música nace la coreografía, la codificación física de los momentos bailados, a partir del soporte que brinda la Commedia dell’Arte. «Música y baile son parte ineludible de los entremeses: sea cual sea el asunto que se dirime, la obra acabará siempre con una canción bailada, con un momento de fiesta y carnaval, incluso si los conflictos no se resuelven y los personajes no alcanzan sus objetivos: se impone celebrar, el carpe diem, suavizar la violencia y la gravedad», afirma González Melo.

Cervantes continúa con sus entremeses la tradición literaria que inició Lope de Rueda con sus pasos, muy influenciada por la Commedia dell’Arte italiana. «En mi experiencia, el entrenamiento en Commedia dell’Arte es indispensable para adentrarse en cualquier zona del repertorio que vaya desde el Siglo de Oro hasta el Romanticismo. No es que haya que asumirla de manera doctrinal, pero debe ser estudiada, reconocida, habitada», expone González Melo.

Elecciones y divorcios, un díptico entremesil que celebra el humor humanista de Cervantes | Foto: Marcos G. Punto.

El primer desafío que un director tiene que asumir a la hora de enfrentarse a un entremés cervantino es el de determinar cómo quiere jugar con toda la riqueza escénica que por naturaleza presenta un entremés.

Cervantes, al igual que sus contemporáneos, concede la máxima libertad en la dramaturgia al prescindir de acotaciones para centrarse en el texto que ha de ser representado. «Para un director esto es algo mágico: todo está por construir. Pero también significa un abismo. Se requiere un asidero vocal y corporal, una energía que proponer como entrenamiento al elenco para la construcción de los roles y las relaciones. Una urdimbre tan ambiciosa como la de los entremeses, con ese sedimento de ironía y farsa, con tipos tan reconocibles, por supuesto que es susceptible de ser leída desde el prisma de la Commedia dell’Arte», afirma González Melo.

En el espectáculo Elecciones y divorcios, cada personaje se identifica con un personaje de la Commedia dell’Arte, con una máscara, y desde ese lugar cada intérprete ha de habitar, desarrollar y otorgar particularidad y esencia a la partitura cervantina.

No es la primera vez que Abel González Melo apuesta por esta estética, puesto que ya la incorporó en el anterior espectáculo entremesil Enmudecer con hablar, centrado en el entorno doméstico de El vizcaíno fingido y Los habladores, donde la burla era el motor de la acción.

«En principio, pueden parecer incompatibles la exuberancia y la precisión del verbo cervantino con la naturaleza de la Commedia dell’Arte, donde la sencillez y la improvisación priman, pero nos lanzamos a la aventura y el público lo asimiló y disfrutó. Esa integración de lenguajes se ha repetido aquí y ha sido también un recurso clave para garantizar que un elenco pequeño multiplique su capacidad para incorporar múltiples roles», declara González Melo.

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