Sergi Torrecilla: «Creo que es supernecesario rescatar del olvido todas aquellas cosas que han querido ser silenciadas»

La poética de la palabra de Alberto Conejero y la poética visual de Xavier Bobés se mezclan por primera vez para llevar a escena una obra sobre el maestro Antoni Benaiges

Esta es la historia de una promesa que no se pudo cumplir, la que hizo un maestro a sus alumnos. El maestro era Antoni Benaiges. Los alumnos eran los niños y niñas de la escuela rural de un pueblo de la provincia de Burgos. La promesa la hizo un día de invierno de 1936. Les prometió el mar.

En 1934 el joven maestro catalán Antoni Benaiges llega a la escuela rural de Bañuelos de Bureba, pueblecito ubicado en Burgos. Pocos meses después paga de su bolsillo un gramófono y una rudimentaria imprenta. Desde ese primer curso, los niños y niñas publican sus emociones, sueños y pensamientos.

En enero de 1936 publican El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca. El librito «contiene, en formato de verso, más que prosa, las expresiones de los escolares de cómo se imaginan el mar, sus miedos y sus sueños». Ninguno de ellos había visto el mar. El maestro les promete que aquel mismo verano los llevará a Cataluña para que lo conozcan. El 25 de julio de 1936 Benaiges es fusilado. La promesa del maestro ya no se podrá cumplir.

La pieza propone un dispositivo en que los objetos, el poema y el material documental conviven sin jerarquías.

Hablamos con Sergi Torrecilla, encargado de darle vida a ese maestro que una vez le hizo una simple promesa a sus alumnos.

PREGUNTA: ¿Qué historia va a descubrir el público que acuda al teatro a ver El mar. Visión de unos niños que no lo ha visto nunca?

RESPUESTAEl Mar es la historia de un maestro, Antoni Benaiges, que se fue a un pueblecito de Burgos a poner en práctica una metodología pedagógica que en esos momentos en Europa se estaba llevando a cabo y que durante la República se implementó en muchas escuelas. Esta escuela en particular era mixta de niños y niñas.

Él fue allí con la convicción de que el futuro se podía cambiar, niño a niño, y con la idea de aprender junto a ellos. Muchas de estas escuelas daban espacio a las personas para hacer, para crecer, en contraposición de la escuela tradicional se intenta que haya otro tipo de valores.

El maestro fue a este pueblecito durante 1934 y 1935 hasta que en el 36 les prometió a estos niños ir a ver el mar, el mar de Cataluña, creando así una especie de «agermanació» o hermanación de pueblos. Sin embargo, en julio del 36 Antoni Benaiges fue fusilado y no pudo cumplir la promesa.

Pero dejó un legado de esos niños, en varios cuadernos escritos que ellos imprimían, a través de una imprenta que él mismo compró, siendo uno de ellos «El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca» donde los niños expresaban estas ideas sobre un mar que nunca habían visto. En la obra vemos desplegada la poética de la palabra de Alberto Conejero y la poética visual de Xavier Bobés, mezcladas por primera vez para explicar la hazaña de alguien que creía en la enseñanza, en los niños, en vivir y aprender.

P. Esta obra claramente trae al presente una historia a veces olvidada, parte de la historia de nuestro país, ¿por qué consideras que es importante seguir recordando la memoria y seguir mostrando historias como la de Antoni Benaiges?

RLa memoria es algo muy necesario para aprender de lo que hemos sido y de lo que seguimos siendo, para poder ponerle nombre y poder mirarlo a la cara. Considero que es supernecesario rescatar del olvido todas aquellas cosas que han querido ser silenciadas. Como es el caso de la propia depuración del magisterio que hubo y que fue responsable del fusilamiento de 400 maestros en los dos primeros meses de la guerra civil. Y esto ha sido tapado. Es justamente esta la idea que se tenía con la depuración, hacer que se olvide ese trabajo, ese esfuerzo y esa dedicación que tuvieron esos maestros.

Ponerle cara y ojos a ese pasado que nos unía más que nos dividía, lo encuentro supernecesario porque considero que puede ayudar justamente a unirnos más. Saber que hay un país que sí cree en la educación, en la cultura, en encontrarnos y en la riqueza de sus pueblos y de sus lenguas.

P. ¿Cómo ha sido el proceso creativo de la obra?, ¿Cómo llega Antoni Benaiges a ti como actor?

REsto es totalmente un regalo y una maravilla, cuando vi cuál era la temática, directamente me tocó el corazón porque yo fui en Valencia a una escuela cooperativa basada justamente en todas estas metodologías que nacieron a finales del siglo XIX. Este movimiento pedagógico, que se llamaba «escola nova» o la nueva escuela, estuvo por Europa y que bebía de eso y de la aplicación hecha durante la II República que intentó recuperar estas metodologías.

Por tanto, cuando empecé a leer el texto que Alberto Conejero y Xavier Bobés habían hecho a través de un trabajo de documentación y que hablaba de esos valores y esas palabras que yo recordaba de mi infancia en la escuela, enseguida hice un vínculo con la historia. Independientemente del vínculo ideológico que me pudiese unir.

Más allá de la ideología, siempre he tenido la necesidad de reconocerles a esos «maestros locos» que en 1983 decidieron levantar escuelas alternativas a la escuela tradicional para dar una serie de valores a los niños, creyendo que la sociedad puede reconstruirse dándole valor a lo humano. Es decir, esa escuela más lúdica y basada en juntarnos en un espacio para crecer juntos maestros y alumnos.

Entonces llega hasta mí este casting y conozco a Alberto Conejero y Xavier Bobés a quienes admiro y considero unos poetas de la palabra y de los objetos y juntos generan una magia muy bonita.

P. Hablando de estos objetos, en esta obra cobran mucha importancia, ¿qué opinas que es lo que aporta su manipulación en la obra? ¿algunos de estos objetos utilizados son reales?

R. Totalmente, Xavier Bobés trabaja con los objetos minuciosamente, todos los trabajos que hace son de un detalle y una precisión increíble.

Contamos con una imprenta Freinet real que era la que se utilizaba para que los niños tocasen las letras, compusieran sus frases y las imprimieran. Muchos de los cuadernos también son reales o resproducciones muy fieles. Se trata de viajar en el tiempo con los objetos y su importancia es primordial.

Cada objeto marca una dramaturgia en el espacio, ya no solo el gramófono y la imprenta que eran los empleados por el maestro en el aula y que tienen un inicio y un final en la obra, sino todo el resto. Por ejemplo, una silla hace todo un recorrido durante la obra y a veces puede contar muchos más que las palabras que nosotros podamos decir. El hecho de manipular estos objetos para mí también ha sido un reto y un aprendizaje continuo. Los objetos son la obra en sí, pueden contar tantas cosas.

P. Finalmente, ¿por qué recomendarías a la gente que vaya a ver El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca?

R. Creo que si yo fuera espectador de esta obra me gustaría reencontrarme con esa posibilidad de ser aprendiz y maestro a la vez, de darnos la oportunidad de volver a ser niños y de recordar que todos lo hemos sido alguna vez. Que tiene que haber un espacio ya siendo adultos para mirar el mundo desde ahí, desde el respeto, el aprendizaje y el dar el espacio a las personas para ser.

Venir a ver El mar es reconectarse con el pasado de este país, con el presente de una educación que hoy en día está muy cerca de esa innovación que se vivió en la II República y por el futuro que son los niños, para reconectar con todo ello vale la pena venir a ver la obra.

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