Mariano Llorente, autor de ‘Nuestros muertos’: “A los jóvenes de 20 años les es más lejana la violencia de ETA que el franquismo”

Hablamos con el dramaturgo Mariano Llorente, la última obra de Micomicón Teatro, que estará el 28 de febrero y el 1 de marzo en el Corral de Comedias

María Álvarez y Carlos Jiménez Alfaro | Foto: Javier Naval

Una entrevista de Paula San Millán

Actor, director, y dramaturgo, Mariano Llorente es uno de los autores más reconocidos de nuestro país y responsable de la propuesta Nuestros muertos que llega por dos únicas funciones al Corral de Alcalá. Su autor, cuenta con múltiples reconocimientos, como el Premio Lázaro Carreter de Literatura Dramática en 2005 por Nadie canta en ningún sitio o el Premio Nacional de Literatura de 2015 por El triángulo azul que también se llevó el Premio Max a la Mejor Autoría en 2015 junto a Laila Ripoll. Con la actual directora del Centro Nacional de Teatro Clásico funda la compañía Micomicón en 1992. Ahora, y tras su éxito en la sala Cuarta Pared, llega con Nuestros muertos al Corral de Alcalá de Henares. Una obra profunda, dura y revulsiva en la que se enfrentan cara a cara dos heridas que permanecen abiertas: el terror de ETA y la dictadura franquista. Hablamos con su autor sobre esta propuesta que podrá verse los días 28 de febrero y 1 de marzo.

Pregunta: ¿Cuál es el germen de Nuestros muertos?

Respuesta: Tiene varios. Por un lado, hace unos años los integrantes de la compañía Micomicón tuvimos la ocasión de asistir a las exhumaciones de una serie de represaliados de la guerra civil en el cementerio de Guadalajara. Entre los cadáveres se encontraba el de Timoteo Mendieta. Conocer a su hija, Ascensión Mendieta, que comparte nombre con la protagonista de la obra, me marcó mucho. Murió un año después de exhumar el cadáver de su padre, a los 90 años. Por otra parte, el tema de ETA siempre me ha preocupado, a veces hasta la obsesión. Los encuentros restaurativos que se produjeron en la cárcel de Nanclares de Oca, en Vitoria, me parecían una situación dramática apasionante. En ellos se enfrentaban víctimas y victimarios, es decir los presos arrepentidos de ETA. Decidí que mi víctima lo iba a ser por partida doble: víctima de la violencia de ETA y víctima, desde hace más tiempo, de la represión franquista.

«Los encuentros restaurativos que se produjeron en la cárcel de Nanclares de Oca, en Vitoria, me parecían una situación dramática apasionante»

P: ¿Y qué sucede cuando enfrentáis estas dos violencias?

R: Hay un momento en el que Antxon, el preso etarra, se muestra muy interesado por saber cómo mataron al padre de Ascensión en el año 1936. Entonces, ella le devuelve la pregunta: “¿Y tú qué sentiste cuando mataste a mi hijo?” Lo que ocurre en Nuestros muertos es que esas dos violencias se miran cara a cara y no se gustan. No se trata de simplificar las cosas, creo que una violencia es una y la otra es otra. Pero cuando estas se enfrentan, se estremecen.

P: El diálogo que mantienen los personajes es una conversación muy difícil en la que a veces ellos tienen problemas para encontrar qué decir. ¿Cómo se entrelazan las palabras y los silencios en tu texto?

R: Hay un intento encomiable de no rehuir ningún tema, pero a veces hay silencios elocuentes también. Hay cosas que son innombrables. Con todo, se aborda el terrorismo de Estado, el asesinato, la tortura… Y aun así hay cosas que no se pueden explicar.

«Hay un intento encomiable de no rehuir ningún tema, pero a veces hay silencios elocuentes también. Hay cosas que son innombrables»

P: ¿Cómo se relaciona esta obra con nuestro presente? ¿Crees que somos conscientes del dolor que arrastramos?

R: ETA está entroncada con nuestra historia más reciente. Es algo actual todavía, da mucho qué hablar. Y el franquismo está vigente porque sigue habiendo persoas desaparecidas en cunetas y fosas que no van a aparecer nunca. Esto está en la historia de España. A los jóvenes de 20 años les es más lejana ETA que el franquismo, porque de ETA no saben casi nada. Entonces, es interesante que la gente joven que vea Nuestros muertos se informe.

P: ¿Crees que el teatro puede ayudarnos a escuchar mejor?

R: Si queremos hacer frases bonitas, pues posiblemente, pero no lo sé. El teatro es un foro, siempre ha sido así. Es un espacio de intercambio de ideas y un acto político casi siempre, porque nos juntamos una serie de personas para reflexionar sobre las mismas cosas. No sé si el teatro sirve para que nos escuchemos mejor… Yo me conformo con que emocione y con que aporte un poquito de conocimiento y de luz sobre de las cosas.

P: La compañía Micomicón tiene una trayectoria muy larga a sus espaldas. ¿Qué os sigue uniendo e impulsando a trabajar juntos?

Nosotros venimos de hacer el espectáculo en la sala Cuarta Pared con el teatro prácticamente lleno todos los días y hemos visto lo emocionada que sale la gente. Ya son muchos años abordando temas duros como los campos de concentración, la represión política, la guerra… Consideramos que hay que seguir contando estas historias y que todavía nos quedan muchos aspectos por tratar. Mientras tengamos energía y capacidad vamos a seguir haciéndolo, porque nos va mucho en ello. Nosotros sentimos un compromiso incuestionable con nuestro trabajo. De momento tenemos mucha marcha todavía para seguir haciendo teatro.

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