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Sobre la obra

El actor y dramaturgo Alberto Fonseca trae al Corral, en función única, su proyecto más personal, en el que comparte escena con su padre, el prestigioso latinista Antonio López Fonseca. En palabras de este joven creador, se trata de “un proyecto que comenzó fraguándose durante la pandemia, tras la ausencia de nuestro perro Lagun, fallecido unos meses antes. Tomando como punto de partida escenas cotidianas reales, la pieza se sirve de la épica griega para generar una distancia. Un padre, un hijo y un perro nos unen a Odiseo, Telémaco y Argos. A través de ellos profundizaremos en nuestros temores y nuestros secretos, en juegos constantes donde lo real y la ficción se entremezclan”.

“El duelo como motor. Una muerte conlleva un reconocimiento, una situación liminar. El vínculo se rompió. En un perro, mi padre y yo encontramos nuestra unión. No soy una persona valiente. No me atrevo a hablar con él. Pero en el teatro algo se transforma. Actuando soy más valiente que en la vida real. Por eso decidí traerle a mi terreno, desconocido para él. Y aceptó. Nos vais a ver ladrar”, amplía el actor-autor.