Entrevistamos a Diego Lorca y Pako Merino, fundadores de Titzina y creadores de Búho, obra que llegará el 2 y 3 de marzo al Corral
Con motivo de la llegada de Titzina al Corral de Comedias de Alcalá, conversamos con Diego Lorca y Pako Merino. Ambos son los creadores de la tragicomedia Búho, obra que llega este sábado y domingo 2 y 3 de marzo a las tablas de este escenario histórico.
Diego Lorca y Pako Merino presentan Búho, una historia en búsqueda de la memoria que, sin olvidar la profundidad del tema que tratan, está cargada de humor y fuerte potencia plástica. La obra, tiene como punto de partida a Pablo, un antropólogo forense que sufre un accidente que le provoca amnesia severa.
Búho se inspira en la historia real de Clive Wearing, un director de orquesta que perdió la memoria y solo era capaz de retener siete segundos. Tras varias pruebas, los médicos descubrieron que su cerebro estaba siendo atacado por el virus del herpes simple tipo 1 que derivó en una encefalitis. Los doctores le dieron un 20% de posibilidades de sobrevivir, pero, aunque actualmente, Wearing sigue padeciendo amnesia, hay algo que sí recuerda: la música.
Durante los casi dos años de investigación, Lorca y Merino trabajaron con personas que pasaron por episodios similares que ayudaron a construir esta búsqueda de la memoria y la identidad. También se rodearon de profesionales que trabajan en el subsuelo, una metáfora de doble dirección sobre la profundidad de la mente. Con motivo del estreno de la obra en el Corral, hablamos con Diego Lorca y Pako Merino, creadores de Titizina.
PREGUNTA: Habéis tardado casi dos años en preparar el relato, ¿cómo ha sido el proceso de creación desde la idea inicial hasta su puesta en escena?
PAKO MERINO: Los dos pilares principales de esta obra, surgen, por una parte, de la identidad y dentro de ella había varios valores. Uno de ellos, que nos resultaba muy inspirador e importante, era la memoria. Cómo los recuerdos y la memoria completan lo que somos. Esa memoria y esos recuerdos son la base de nuestra propia identidad. Entonces, ¿qué pasa si en algún momento esos recuerdos se pierden?
Por otro lado, la parte de la amnesia. Encontramos en una serie de libros de este tema que hablaban sobre el mundo del subsuelo, qué hay debajo de nuestros pies, ese mundo inexplorado que está muy cerca de nosotros, que es muy inaccesible y genera miedos e inseguridades. Pero al mismo tiempo nos lleva a la parte más ancestral nuestra, al inicio del ser humano, cuando este se protegía en las cuevas, se adentraba para crear rituales…
Contactamos el Instituto Guttmann de Barcelona, un hospital que trabaja con gente con daños cerebrales. Nos pasamos varios meses viendo cuál es la realidad de un paciente y de un neuropsicólogo y cómo trabajan para recuperar parte de los recuerdos. Buscamos también a esa gente que trabaja en lugares inaccesibles, desde youtubers que se graban colándose por el alcantarillado de forma ilegal por Madrid hasta Mossos d’Esquadra. Y desde una parte más histórica con antropólogos y conservadores de cuevas como las del Cantábrico. Gente que trabaja constantemente en cavernas y que tiene acceso a pinturas rupestres, a esos primeros símbolos del ser humano.
«Las observaciones, inquietudes e ideas se concentran en un hilo argumental, a modo casi de thriller»,Diego Lorca
P: ¿Cuántos relatos reales componen la historia de Búho? ¿Cuál fue el que más os llamó la atención?
DIEGO LORCA: En realidad no son relatos. Búho presenta la historia de una persona en concreto y la dramaturgia absorbe muchos momentos que nos vibraban tanto a Pako como a mí para confeccionar una historia de esa búsqueda de la memoria. Búho absorbe de la realidad y de la desorientación de un paciente, no de uno concreto, sino de muchos. Se inspira en ese transitar por la oscuridad, donde ese avance sobre la incertidumbre te produce estar envuelto y arropado por la oscuridad. Y al mismo tiempo que cuando tú enfocas con tu linterna, metafóricamente, con tu memoria, un recuerdo acertado, de repente se ilumina algo positivo en ti.
Asimismo, Búho bebe de la experiencia de cuando estábamos transitando por las cuevas y veíamos los restos sobre una pared, de una cueva de fósiles de miles de años en la antigüedad, de un ser humano que hace 40.000 años ejerció un trazo, una parte de su identidad, un dibujo cultural sobre una pared. Todo eso Búho lo recoge en un argumento dramatúrgico. O sea que en realidad no puedes descifrar uno solo. Es el proceso de dos años, donde todas las observaciones, inquietudes e ideas se concentran en un hilo argumental, a modo casi de thriller.
P: ¿Qué fue lo que más os inspiró/llamó la atención de esos bajos fondos que recorristeis?
LORCA: Yo creo que cada lugar profundo, o sea el de la mente de los pacientes, en ese caos de cosas evidentes, la parte humana de la tragedia es lo que me impresiona siempre. Cuando vi pinturas reales rupestres, algo estalló en mi cabeza, porque al final es un hecho, un dibujo que tú lo interpretas casi como infantil “sencillo”. Pero de repente reconoces que eso lo ha hecho un ser humano como tú y que eso se ha producido hace 40.000 años y perdura.
MERINO: También hay algo en la parte de la oscuridad que era muy interesante y es cómo uno pierde la orientación espacial cuando estamos en un túnel, apagas la linterna y ves una oscuridad tan brutal. O en una cueva como hemos estado con un espeleólogo pasando la noche allí. Entonces solo te queda el sonido como único punto de conexión con la realidad. Al pasar mucho rato es casi como que el espacio y la mente acaban convirtiéndose en una sola cosa.
P: ¿Cuáles fueron los mayores desafíos que tuvisteis que afrontar para crear la obra?
LORCA: Yo creo que la parte más compleja siempre es cómo compactar y resumir en un espectáculo de una hora y media todas las sensaciones, el mundo visual y el mundo plástico que teníamos y aunarlo en un espectáculo que funcione rítmicamente y que haga estallar en el espectador grandes partes de las que hemos vivido en esos dos años.