Hablamos con la directora mexicana sobre su propuesta Nina y el misterio de la tortuga
Una entrevista de Yoel Peña
El Corral de Alcalá, en su fiel compromiso por cuidar y mostrar la riqueza de la lengua hispana en su variedad, prepara un ciclo con motivo del Día de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres que contará con tres espectáculos creados por artistas iberoamericanas. Nina y el misterio de la tortuga llegará al Corral el próximo 23 de noviembre. Hablamos con su protagonista Andrómeda Mejía, quien se mete en la piel de una niña de diez años llamada Nina con el objetivo de acercar al público una obra que promete ofrecer un viaje interior a través de temas que nos rodean como la orfandad, la violencia en la infancia, el rol de la familia y la soledad.
Corral de Comedias: ¿Cómo surge la obra?
Andrómeda Mejía: Yo estudié interpretación en México y quise ampliar mi formación en dramaturgia y dirección y acabé estudiando en Madrid. La obra ya se ha representado en México a lo largo de todo este año y nace como un proyecto que comenzó siendo un trabajo unipersonal que combinaba varios intereses propios con el deseo que sentía de tratar en el teatro ciertas temáticas, como la violencia en la infancia, los procesos de orfandad y la posibilidad que tienen los niños de encontrar otros vínculos cuando su familia no se comporta como un lazo de protección.
CC: La trama se cuenta a través de los ojos de una niña de diez años llamada Nina, ¿cómo afrontas el personaje?
A.M.: Ha sido un viaje muy interesante. Sin intención pedagógica, he intentado entrar, desde el mundo adulto, en la mirada y percepción de esa niña para que el público pueda entender cómo son esas infancias violentas. Meterme en la piel de Nina ha sido un regalo y una gran labor. Me quería alejar de dar lecciones. La cualidad de la obra es que está contada por las vivencias de esta niña que, de algún modo, pueden reflejar la cercanía que yo misma pude tener, a nivel personal y familiar, con la orfandad y los procesos de adopción.
CC: Encontramos, entonces, algunas vivencias de Andrómeda a lo largo de la obra…
A.M.: Así es. Siempre pienso que todo lo que escribo está atravesado un poco por la autoficción. En este caso, aunque hay bastante ficción, trazo paralelismos con mi experiencia y por los temas que siento que me mueven y que necesito sacar de adentro.
CC: Además de a Nina, interpretas otros 16 personajes, ¿cuál ha sido la preparación para poder acercar tantas voces y pequeñas historias?
A.M.: Ha sido muy divertido y un trabajo de mucha síntesis. En México suelo dirigir, más que actuar, y en un primer momento me planteé dar voz a tantos personajes como un reto. Sin embargo, pienso que dar vida y caracterización a estas 17 personas es uno de los puntos más interesantes de la obra. A partir de mi cuerpo, de mi voz y de mis gestos acompaño a Nina y a cada personaje, tan característico y particular, de esta historia.
CC: ¿Qué se va a encontrar el público cuando vea la obra?
A.M.: La aventura de Nina comienza cuando se escapa del orfanato para buscar a su madre biológica para buscar a dónde pertenece. Es una propuesta muy viva. Creo que se van a topar con una obra muy entrañable y cargada de todo tipo de emociones. Es un viaje que les va a hacer pasar de la risa, por la melancolía e incluso por el enfado. Es un texto muy cercano que podría estar contando la historia de cualquier niño o niña, pero que, en su particularidad, nos conecta con nuestros miedos, vulnerabilidades y fragilidades. También trata el anhelo que tenemos todos de sentirnos queridos y parte de un grupo que nos ame, ya sea familia o amigos. Al ser una propuesta mexicana se cuelan rasgos del folklore y la cultura de mi país.
CC: Pese a que está calificada como una obra familiar, comentabas que trata temas complejos que nos rodean como las infancias violentas, la orfandad y la inclusión social, ¿cómo se ha adaptado el guion para moldear las temáticas para que pueda ser entendido tanto por niños como por adultos?
A.M.: Es una obra para todo aquel que quiera venir a verla, ya que el texto está muy bien afinado y trabajado. Pienso que el teatro para los niños y niñas se ha abierto a nuevas temáticas y me parece maravilloso porque viven todo tipo de situaciones. Están enfrentados a la violencia, a la soledad y al miedo. Entonces, poder hablar desde las artes escénicas de ello me parece fundamental. Aquí reside la apuesta de la obra, mostrar una realidad que nos es cercana a todas las personas, sin importar la edad. En este sentido, se plantean temas como la orfandad y la amistad. Es una obra familiar para que todo el mundo pueda plantear sus propias preguntas, respuestas y soluciones y que espera servir como diálogo entre padres e hijos.
CC: “No importa la edad que tengamos, todos anhelamos un abrazo de nuestra madre”. Esta es una de las tantas frases del texto que dan importancia a la figura materna. ¿Qué protagonismo tiene el papel de las madres en el monólogo?
A.M.: La figura materna en el texto es fundamental. Había un tema paralelo que yo quería tratar que era la incapacidad maternal. Me preguntaba mucho qué pasaba con las madres que biológicamente tienen hijos, pero que por algo en su ser no consiguen llevar a cabo el ejercicio materno de la manera más amorosa o armoniosa posible.
CC: El diseño sonoro, a cargo de Mario Salas de Rueda, es otra de las piezas clave de la obra, ¿cómo se conjuga el texto con la música en la representación?
A.M.: Juega un papel muy importante como unidad narrativa y ayuda a conectar con lo humano y las emociones. La participación de Mario ha sido fundamental. A lo largo de toda la representación se combinan sonidos mexicanos basados en las cumbias populares y, también, mezclas de nanas españolas.